La mente es la que hace que las cosas sean puras o impuras,
ella es la que le da el crédito o realidad a las cosas según su parecer, pero
es un parecer erróneo hasta tanto ese parecer no sea conjugado con el instinto.
Es la mente la que juzga erróneo tal o cual comportamiento, pero de no
sopesarse con el instinto es una mera ilusión.
Pero también existe una fuerza instintiva que no podemos
negar pues sería contraproducente.
Debe entonces existir un equilibrio que balancee ambas
tendencias. La mente tiene sus propios arquetipos que trata de instalar en el
cuerpo, mientras que este último concibe para sí, otros que se oponen. Dejar a
la mente que obligue al cuerpo es una violencia psíquica, dejar que el cuerpo
sea sin control de la mente es una imprudencia manifiesta.
Ambas, cuerpo y mente deben conciliar y balancearse. Hay
ciclos donde la mente domina fuertemente y otros donde el cuerpo lo hace con
mayor predominancia, otras, ambos se entremezclan y es difícil discernir cuál
de los dos esta dominando. El equilibrio solo puede darse en la conciliación,
la conciliación es la libertad plena que da lugar a ambas naturalezas sin
juzgamientos.
El proceso de crecimiento de un ser humano se da en base al
desarrollo de su psiquis. La psiquis conglomera a la mente con el instinto
animal. No debe haber en el equilibrio perfecto confrontación o guerra del
cuerpo con la mente ni viceversa, ambos deben congeniar mutuamente, comprenderse,
esperarse, amarse y ayudarse.
La mente también necesita ser ayudada, no es solo el cuerpo
quien necesita mejorar. La mente, al contrario de lo que muchos creen, necesita
recapitular sus arquetipos y mejorarlos.
Los arquetipos mentales no provienen del ser que los posee,
sino de otros que en un Manvatara anterior los han legado para el ser humano
actual. Pero están desfasados con respecto a esta realidad y necesitan ser
actualizados. Aquí el trabajo del cuerpo es fundamental, dado que él mejora
esos arquetipos o ideales.
La espiritualidad actual tiende a rechazar al cuerpo dándole
fuerza a la mente y a la ampliación de los arquetipos puros. Negar la virtud
del cuerpo y de los instintos puede traer graves consecuencias a la mente. Esta
se aísla de la realidad y de abyecta.
La evolución de la mente existe cuando esta observa al
instinto del cuerpo, lo comprende, trata de entenderlo, se coloca en una
postura de estudio como si fuera alumna del cuerpo. Asimismo el cuerpo debe ser
también alumno de la mente, debe tratar de comprenderla, no de vencerla ni de
resistirse a ella. Alumnos uno del otro, puede fluir la energía de la
“realidad”.
Atrofia de las naturalezas
El ser humano no debe permitir la atrofia de ninguna de sus
dos naturalezas. La atrofia sucede cuando una domina sobre la otra, entonces el
dominador se entrona y se agranda exagerando sus cualidades y por ende pierde
los limites en donde sus virtudes son necesarias y comienza a funcionar
innecesariamente. La innecesariedad provoca abuso siempre. Si la mente es la
que se entrona abusara del cuerpo y viceversa.
Si es la mente quien abusa, este abuso se da de la siguiente
forma: El cuerpo comienza a esclavizarse y sus funciones de protección como son
el egoísmo son coartadas. Entonces sucede algo que puede compararse a cuando se
trata de parar un rio que fluye continuamente después de una gran lluvia. El
rio se desborda y pierde el cauce.
¿Qué es perder el cauce? El instinto comienza a tener
actitudes malignas y enfermizas. El egoísmo, por ejemplo, se refina y se solapa
a través de actitudes menos visibles. Pero el egoísmo desbordado arrasa los costados
de su cauce haciendo daño a lo que crece a su alrededor. Un rio que ha perdido
su cauce natural se polariza, su afluente se divide en dos y pierde su unidad
funcional. Asimismo, un agente del instinto como puede ser el egoísmo o el
temor (que también genera prudencia) se atrofia y al polarizarse funciona con
dos naturalezas distintas.
¿Cómo son estas dos naturalezas?
Supongamos que tenemos un apetito sexual privado de sus
funciones naturales. Este apetito que en su cauce natural es sano, comienza a
exteriorizarse de otras maneras. Por ejemplo la sexualidad en el macho es la
manifestación de poder por sobre la hembra. Al ser coartada esta manifestación
de poder, el macho comienza a generar dentro de su círculo actitudes de poder
por sobre otras personas tratando de dominarlas.
En el caso del orgullo que es un instinto natural, si es coartado por una mente que se
culpabiliza de ello, genera en el cauce natural una polarización que se
exterioriza como una falsa humildad, enseñando a los demás actitudes tendientes
al olvido de sí mismo, pero esto se hace a costa de elevar en última instancia
la imagen del instructor. Esto se da en grupos de espiritualidad en donde
siempre hay un maestro que enseña la humildad al grupo mientras que este
permanece en la actitud de un maestro venerable aumentando para si su apetito
de vanagloria.
En síntesis, puede decirse que cuando la mente domina por
sobre el instinto, debe existir un abuso de ella por sobre él, convergiendo en
una polarización del mismo. La polarización es un dividir el agente instintivo
en negativo y positivo.
Polos de la fuerza instintiva
Las fuerzas instintivas poseen en sí mismas dos fuerzas
opuestas una tiene que ver con la conservación pero otra tiene que ver con la
transformación y el recambio de energías. Así vemos que los animales no siempre
tienen hambre, no siempre copulan, y no siempre luchan por territorio o por el
lugar en la manada, poseen ciclos y respetan esos ciclos. Hay ciclos donde el
instinto es negativo o pasivo y puede llamársele ciclo de destrucción, pues se
destruye en él muchas fuerzas positivas del instinto. Mientras que en otros
momentos existen ciclos donde el animal activa su instinto, y esto puede ser
llamado ciclo positivo y creativo, donde patrones nuevos son manifestados.
Pero en todo momento estos ciclos instintivos trabajan en simultáneo.
Cuando el rio instintivo es trabado, habíamos dicho que sus aguas se dividían
en dos afluentes que a causa del rebalse, corrían en paralelo fuera del cauce.
Al hacerlo ambas naturalezas pierden comunicación directa y se manifiestan
separadas generando repetición de patrones.
¿Qué significa la repetición de patrones?
Habíamos dicho que el ciclo pasivo destruía las fuerzas
positivas, pero que también el ciclo activo activaba patrones nuevos. Este
genera una fluidez de patrones nuevos, nunca repetidos. Pero cuando los
patrones se repiten, las conductas del ser humano quedan cristalizadas en el tiempo. El
instinto al no renovarse no permite a la mente auto reflejarse y ésta genera
variantes a una misma idea, es decir, cambia en apariencia sus arquetipos, pero
no en esencia.
Habíamos dicho también que los arquetipos de la mente debían
ser recapitulados porque habían sido logrados por otros seres en un Manvatara
anterior. La mente posee entonces una dirección, es decir, un sentido de lo
correcto y verdadero, pero solo su interacción con el rio del instinto puede
darle una imagen renovada del arquetipo heredado.
Hablamos de la atrofia del instinto, pero debemos hablar
ahora de la atrofia de la mente.
La mente también puede ser coartada cuando el cuerpo o el
instinto dominan sobre ella. Esto suele suceder más comúnmente en seres de poca
evolución. Las enfermedades que provoca este dominio del cuerpo por sobre la
mente es la atrofia de esta última, la cual al ser detenida en su flujo
natural, se polariza y vuelve todo acto mental en un fenómeno malicioso porque
la inteligencia está al servicio de los instintos aumentando el cauce del rio
instintivo. Existe por lo tanto una mayor tendencia a la actividad positiva o
creativa del instinto, pero se demora la actividad pasiva y esto genera un
apetito cada vez mayor. Psicológicamente, puede decirse que el ser se vuelve
más ambicioso y la función de conservación se vuelve de destrucción del medio
en donde el ser humano reside y del abuso con todos los seres que lo rodean.
Nathan Elias Olivar
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