lunes, 20 de abril de 2015

LA INTERPRETACIÓN DE COPENHAGUE: EL FIN DEL MUNDO OBJETIVO


Imagen de la Pelicula Match Point de Woody Allen

La interpretación de Copenhague fue reductora de la realidad, pues se centralizó en un aspecto de la misma, en una particularidad, y la generalizó como si esa particularidad fuese el estado natural de las cosas. Estamos hablando de la relación del objeto con el sujeto. El objeto es modificado por la observación subjetiva, esto fue lo que se encontró en los diferentes experimentos, pero en rigor debe decirse que la mayoría de los objetos, el paisaje natural, el mundo con sus montañas, lagos, cascadas, colinas, bosques, selvas, etc. no es continuamente observado por el hombre, es más, ni siquiera es transitado por el hombre. 

Por lo tanto, ¿cuál es el estado natural atómico de aquellos paisajes? ¿Cómo giran los infinitos electrones, protones y neutrones de aquellas vastas zonas del planeta? ¿Y qué decir del universo? Acaso éste espero existir hasta que Hubble se dignó a enfocar su grandes lentes?

El mundo, la realidad, no vive a expensas de la observación del hombre, si así lo fuera no existiría desde mucho antes que él. Entonces, ¿Por qué los científicos de Copenhague han acotado la realidad del mundo a una simple conexión no-local entre sujeto y objeto?

El costo de haber fulminado a la realidad ha sido altísimo, acotándola a tan particularizada noción y debiendo entonces generalizar en un principio de indeterminación que ha logrado eclipsar a la verdadera objetividad del plano físico y sus reinos.
Esta indeterminación, aun con Einstein en contra, ha sido el mismo error que el querer relativizar la simultaneidad de un suceso a la observación de un sujeto. En ambos casos la subjetividad gana la partida y la realidad depende fundamentalmente de esa subjetividad. El mundo objetivo, del cual Newton baso su espacio absoluto, solo podía existir sin observadores. En tanto y en cuanto la física le introdujo observadores, el mundo objetivo desapareció.
  
Esto es sumamente paradójico ya que no fue sino el “edificar un saber sin sujeto” la primer prioridad de la ciencia en su búsqueda de la máxima objetividad. 
La relatividad del mundo a la que ha llegado la teoría Einsteniana y la mecánica cuántica sólo puede ser sostenida, aunque esto nunca se admita,  mediante el  “motor inmóvil” de San Agustín, el sensorio divino de Newton, el Akasha de los indos, etc. 
Porque el observador sólo podrá ser netamente objetivo cuando alcance “la revelación”, y cuando el velo de maya caiga delante de él, mientras tanto, su observación carece de objetividad y de verdadera realidad, el observador no puede ser un espejo de la realidad, es decir, no puede ver la realidad mientras su mente este atada al pasado o al futuro, ambas polaridades creadas por la mente humana. 
Sólo cuando el pasado y el futuro se unan en la observación  el observador dejara de ver las réplicas y sentirá la iluminación, se dará plena cuenta de que el espacio y el tiempo le obedecen y que sólo existen como una reflexión de una realidad mayor. Al unirse a esa realidad mayor, el observador dejará de ser esclavo de la repetición y verá la verdadera Faz. 

Mientras el observador sea subjetivo, su subjetividad le dirá que: Aquí es diferente de allá y que hoy es distinto de mañana. Esta es la causa por la cual, el añadir observadores al espacio, hace que este espacio dependa del observador, cuando en realidad, existe más espacio en el universo que observadores para observarlo. 

En fin, el espacio, el espacio solar, el espacio galáctico, el espacio intergaláctico y el espacio universal, no pueden depender de la observación interna de los entes que moran en él, ya que estos son sólo partes del mismo y las partes no pueden abarcar el todo, le es necesario al espacio un ente que abarque, tal como nuestro cuerpo abarca las diferentes células. 
Nuestro cuerpo, por analogía, no depende su existencia de la conciencia de estas células, es nuestra conciencia quien regla y determina el tiempo de ellas. Por ende si el observador es una célula del cosmos ¿cómo puede este condicionarlo?

Hay que admitir, tal como se dijo al principio, que la mente del hombre, si puede condicionar en cierta medida algunas zonas del espacio, pero ésto es sólo una particularidad de un vasto sistema mayor en el cual el hombre se replica, esto es, es incapaz de modificar el espacio, está atrasado en cuanto a éste, atrasado arquetípicamente y es superado tal como la conciencia de la célula es superada por la de nuestra alma. De modo que, ¿cuánto puede condicionar lo que por naturaleza se encuentra condicionado per se?. Tal vez la cosa habría que plantearla de manera inversa, tal como Platón lo hacía, esto es, ¿cuán condicionados estamos a lo Divino, a lo perfecto a lo sumamente ético e inefable? 
Solo una mente mordaz y estúpida puede pretender que lo Divino pueda ser dominado por lo pasajero y mortal.
Lo condicionado no puede condicionar a lo incondicionado. Este es el sistema del cual la naturaleza se vale.

Por lo que vemos el problema científico no es más que un problema filosófico cuyos más eruditos exponentes de la antigüedad son ignorados o como mínimo considerados como un biólogo consideraría al hombre de las cavernas. Es obvio que con tal desdén es imposible extraer de ellos la más mínima enseñanza.
El día que los científicos le den la derecha a Platón comenzara una nueva hora para la ciencia, mientras tanto, caos científico y caos moral.

Nathan Elías Olivar


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