Introducción
Hoy los estudiantes de psicología y
ciencias de comunicación hacen la siguiente observación: en la sociedad moderna
la comunicación interpersonal, o sea el dialogo entre personas, se hace cada día
más inexistente. El ser humano se parece más a un robot que a un ser con consciencia
propia y discernimiento, y la tecnología, como los dispositivos y medios de expresión,
más bien aumenta este fenómeno, creando una gran brecha entre la realidad y los
mundos virtuales. Varias personas, tanto estudiantes y sociólogos, se hacen
este interrogante: ¿Será que el desarrollo de las nuevas tecnologías convierte
a los jóvenes en “sujeto de control y sujeto de consumo”[1]?
[Rossana Reguillo Cruz; 2012]
Usando
a Paula Sibilia y un fragmento de su obra “La Intimidad como Espectáculo”, y a
Rossana Reguillo Cruz y su artículo “La tecnología como marca de identidad” se
puede empezar a devanar la ambigüedad entre lo virtual y lo real. O dicho de
otro modo, la ambigüedad entre un arma mercantilista y la identidad propia.
¿Por
qué estas dos autoras, y no otras para empezar esta investigación? Escogimos a
Paula Sibilia por aportar al estudio del efecto sociológico de las tecnologías
en la generación actual. Especialmente cuando se lee en el capítulo 1, titulado
“El Show del Yo”, dice que la “megalomanía y la excentricidad” ha llegado hasta
tal punto que la humanidad expone tanto su estupidez como su sabiduría,
ejemplificando así un fenómeno de auto-exhibición a través de diferentes medios
[Sibilia, 2008]. Estas nuevas tecnologías, o mejor dicho aquellos que la
desarrollan, han generado un cambio en el consumo cultural, como explicaremos
mas adelante con ejemplos. Rossana Reguillo Cruz por su parte, dedica su
estudio a la construcción social del miedo, jóvenes, violencia, y narcotráfico.
A
continuación, abarcaremos el análisis en dos partes: en la primera
describiremos el contexto en el que trabajamos. ¿Qué es ser joven? De allí
podemos observar en qué tipo de sociedad vivimos, qué serían las tecnologías
que usamos, y el desarrollo de estos. Luego explicaremos lo que significaría la
idea de “sujeto de control y sujeto de consumo” (Reguillo Cruz, 2012),
respondiendo las siguientes preguntas: ¿Cómo son usadas estas tecnologías y
para qué?
Parte
I
¿Qué es ser joven?
Socialmente hablando el
joven no tiene una definición “cerrada”, “(...) ello se debe en buena medida a
que los parámetros biológicos son insuficientes para dar cuenta de la disputa
entre diferentes fuerzas y actores para establecer los rangos “legítimos” de lo
que significa ser joven (...)” De un lado existe un mercado cultural que
prolonga ese límite, y por el otro tenemos a la familia y a la escuela que
“exige un tope para dejar atrás la juventud. Tope que pese a las
transformaciones sociales y a la crisis socio-económica se establece a partir de
la entrada de los sujetos en el mercado laboral. (...)” [Reguillo Cruz, 2012] En
otras palabras existe una necesidad de identificar como nos vamos a desenvolver
en el mundo, y así definir una identidad.
La sociedad y las tecnologías que
usamos
“En una atmósfera como la
contemporánea, que estimula la hipertrofia del yo hasta el paroxismo, que
enaltece y premia el deseo de “ser distinto” y “querer siempre mas” (Sibilia,
2008:2) aparece Facebook, MySpace, Youtube, Twitter y todas las empresas que
desarrollan las redes sociales u otros servicios similares para que nos
expresemos casi sin censura.
Esto tuvo su antecedente en
los emails que reemplazaron a la correspondencia común. De allí la tecnología
de comunicación evolucionó desde los chatrooms en sistemas de mensajes
instantáneos, a las redes sociales que mencionamos en el párrafo anterior.
Luego llegaron los weblogs, y por último los webcams y otros lugares donde “los
principales productores del contenido” son los usuarios, como por ejemplo en
los foros y grupos de noticias. [Sibilia, 2008:7]
¿Qué efecto tiene estas
tecnologías en nuestra sociedad actual? Bastaría con mencionar que ésta
generación invierte una gran cantidad de tiempo en el uso de estos sitios[2], que
gracias a esto el mercado cultural se ha aprovechado para aumentar su
influencia. Para explicar esto último, vayamos a la segunda parte.
Parte II
¿Cómo
y para qué se usan las nuevas tecnologías?
Para poder explicar en qué consiste la influencia del mercado, cabe
mencionar sobre qué elemento tendría influencia. Centralizándonos en los
jóvenes conviene mencionar que: “La tecnología es un marcador central en las
identidades juveniles y un dispositivo que arma, forma, y da sentido a su vida
y a sus prácticas. En la primera década del siglo XXI, la tecnología ha
mostrado ser su estrategia principal para encarar los desafíos que se les
presentan, es clave asumir que los jóvenes y las diferentes tecnologías
confluyen en un carril que está generando profundos cambios.” (Reguillo Cruz,
2012)
Siguiendo con la idea de las misma autora, Reguillo Cruz utiliza el
ejemplo de la música, con la cual menciona que los cambios de los consumidores corren con el ánimo de la persona, más que por el gusto de la misma. Con respecto a la
internet podemos observar en el texto de Sibilia, cómo es que cada “medio” por decirlo así, toma cierta
función con las comparaciones que ella hace[3], todo en
demostración de cómo se utiliza. Aunque aquí no nos interesa tanto en el uso de
la nueva tecnología, sino en el interés de seguir usándolos.
Un indicio de que algún
interés existe detrás del consumo es que “(...) mientras la primera generación
de empresas de internet deseaba vender cosas, (...) Ahora la meta es “ayudar a
las personas para que creen y compartan ideas e información. (...)” [Sibilia,
2008:7] ¿Por qué cambiarían la meta empresarial de esta forma[4]? ¿Qué
tipo de información seria esta? ¿Sería información útil al conjunto social o
corresponden a una necesidad de expresión?[5]
Cierto es, que estos nuevos
medios permite que el joven ser autor de sus propias ideas, gracias a que “las
redes les permite descubrirse y escucharse (...)”. [Reguillo Cruz, 2012] Aunque
también es cierto que si estas ideas creadas, corren al borde de ser copia tras
copia de una u otra persona, (como se puede evidenciar con la cantidad de “me
gusta” que tiene un comentario en Facebook, o las cantidad de visitas que tiene
un video de Youtube), entonces se puede decir que existe una “pluralización de
un gusto” (Reguillo Cruz, 2012), sea del género que sea.
¿Por
qué existe esta acción de “pluralizar” un objeto, una idea, un gusto por
algo, o lo que fuese, si la identidad de uno, sólo existe en la diferenciación
que tiene comparado con los demás? Cada joven puede compartir una cultura por
vivir en ella, como el ejemplo de vecinos que comparten un idioma o hábitos
sociales dentro de una ciudad, pero la naturaleza íntima de cada persona es
distinta.
Capaz
que la respuesta reside en las palabras de Sibilia (2008:4):
“(...)
conviene prestar oídos a otras voces, no tan deslumbradas con las novedades y más
atentas a su lado menos luminoso. Tanto en internet como fuera de ella, hoy la
capacidad de creación se ve capturada sistemáticamente por los tentáculos del
mercado, que atizan como nunca esas fuerzas vitales pero, al mismo tiempo, no
cesan de transformarlas en mercancía. Así, su potencia de invención suele
desactivarse, porque la creatividad se ha convertido en el combustible de lujo
del capitalismo contemporáneo (...)”
Conclusión
¿A
que debemos estar atentos ?
Ya que hemos visto que el
joven en sí, es una persona atrapada entre dos vertientes de ideas: una que es
la cultural que incita a que el joven siga siendo joven y la otra que exige un
tope para dejarla. Ya hemos visto que éstos usan la tecnología como una
herramienta para explayarse o para dejar fluir sus estados de ánimo si se toma
en cuenta las formas como la usan. También hemos mencionado que dentro de estos
usos, existe una necesidad de expresión, que luego Sibilia describe en su obra
“La Intimidad como Espectáculo” como una ola que “desató una renovada eficacia
en la instrumentalización de esas fuerzas vitales [creativas] que son
ávidamente capitalizadas al servicio de un mercado que todo lo devora y lo
convierte en basura.” (Sibilia, 2008:5)
Si podemos observar que cada
día hay un aumento del tiempo consumido en redes sociales, podemos decir que
nuestras expresiones e ideas publicadas en la web son útiles para alguien que
inventa “nuevas armas, capaces de oponer resistencia a los nuevos y cada vez más
astutos dispositivos de poder” (Sibila, 2008:5). Dicho de otro modo, que sea
cada día más fácil de dejarse llevar por estas corrientes de consumo que
incitan a olvidarse de una pregunta existencial, “quien soy”, gracias a que nos
expresamos hasta lo excesivo, sin dejar lugar para un dialogo íntimo.
Si tal es la situación
social, ¿podemos decir que nos estamos convirtiendo lentamente, en una sociedad
vacía y virtual, dejando atrás la comunicación interpersonal, en donde existe
un entendimiento reciproco entre dos personas con identidades concretas?
Mientras uno vive en este escenario, se despierta el deseo de
definirse, al mismo tiempo que existe un vacío existencial, que hasta cierto
punto, su incomodidad nos lleva a una rebeldía interior; una resistencia sin
saber lógicamente qué lo causa.
Un ejemplo de esto se ve en la película Matrix, en la cual el
personaje central Neo vive su vida en búsqueda de un sentido, una definición
que explica su sentimiento de que el mismo no controla su destino:
“Morfeo:(...) Déjame
decirte porque estás aquí. Estas aquí porque sabes algo. No puedes explicar lo
que sabes, pero lo sientes. Lo has sentido toda tu vida; que este mundo tiene
algo erróneo. No sabes lo que es, pero estas allí, como una astilla en tu
mente, volviéndote loco... ¿Sabes lo que hablo?
Neo: ¿La Matrix?
Morfeo: La Matrix está en todos lados, alrededor de nosotros, aun aquí en
este cuatro. Lo ves cuando miras por la ventana, o cuando enciendes el
televisor. Lo sientes cuando vas a trabajar, cuando vas a la iglesia, cuando
pagas tus impuestos. Es el mundo que te han puesto sobre los ojos para cegarte
de la verdad.
Neo: ¿Cual verdad?
Morfeo: Que eres un esclavo Neo. Como todos naciste en la esclavitud. Naciste
en una prisión que no puedes ver, ni oler, ni probar, ni tocar. Una prisión
para tu mente (...)”
(Los
hermanos Wachowski: The Matrix, 1999)
[3]En la página 8 del capítulo “El Show del Yo”,
hace comparación de los emails con la correspondencia, los blogs con los
diarios antiguos, videos caseros con una forma electrónica de postal, y los
fotologs con los viejos álbumes fotográficos.
[4] Haciendo referencia a la reunión de
empresarios y ejecutivos del Silicon Valley en el 2004 cuando debatieron la revolución
del “Web 2.0”
[5] Sibilia hace una pregunta al respecto en la pagina 3: “¿Qué significa
esta repentina exaltación de lo banal, esta especie de satisfacción al
constatar la mediocridad propia y ajena?”